- El machismo, una forma de discriminación basada en la creencia de la superioridad masculina, sigue presente en muchas esferas, y la política no es una excepción.
En el siglo XXI, el liderazgo femenino en la política es crucial para la construcción de sociedades más inclusivas y equitativas. La participación de las mujeres en espacios de poder no solo enriquece la toma de decisiones con nuevas perspectivas, sino que también rompe con siglos de desigualdad de género. Sin embargo, a pesar de los avances, las mujeres que asumen cargos políticos enfrentan importantes barreras, siendo el machismo una de las principales.
El machismo, una forma de discriminación basada en la creencia de la superioridad masculina, sigue presente en muchas esferas, y la política no es una excepción. Este fenómeno impacta a las mujeres en posiciones de poder de múltiples maneras: desde actitudes de menosprecio por parte de colegas y medios de comunicación hasta la descalificación de sus capacidades solo por su género.
Este tipo de conductas genera una carga psicológica considerable en las mujeres líderes. La presión constante para demostrar su valía en un entorno hostil puede llevar a altos niveles de estrés, ansiedad y agotamiento emocional. La invisibilización de sus logros y el escrutinio desproporcionado sobre su vida personal son otras formas de violencia simbólica que también repercuten en su bienestar psicológico. Además, la imposición de estereotipos de género que dictan cómo debe comportarse una mujer en el poder añade una capa extra de dificultad.
No obstante, cada vez más mujeres se están levantando contra estas barreras, defendiendo su derecho a ocupar espacios políticos en condiciones de igualdad. Políticas como Jacinda Ardern, ex primera ministra de Nueva Zelanda, o Angela Merkel, ex canciller de Alemania, han demostrado que el liderazgo femenino puede ser igual o más efectivo que el masculino, contribuyendo a desarmar la narrativa machista que pretende mantener a las mujeres fuera del poder.
Enfrentar el machismo en la política no es tarea fácil, pero es fundamental para la salud mental y el bienestar de las mujeres líderes, y, en última instancia, para la construcción de democracias más justas. Esto implica no solo trabajar para garantizar la representación de las mujeres en cargos de poder, sino también transformar las dinámicas culturales que perpetúan la desigualdad y la violencia de género.
En Costa Rica
Durante la conferencia de prensa presidencial de este miércoles 4 de septiembre, se le consultó al presidente Rodrigo Chaves sobre la publicación de un medio de comunicación que señalaba el nombramiento de Mariela Sanabria Arrieta, como directora general de vivienda, adscrita al Ministerio de Vivienda, siendo que Sanabria es la esposa de Mauricio Batalla, jerarca del MOPT.
Ante la interrogante, el presidente dio la palabra a la Ministra de Vivienda, Angela Mata, quien aclaró que Sanabria trabaja para la institución desde noviembre de 2023 y que no solo fue nombrada antes que Batalla asumiera el ministerio, sino además cuenta con todos los requisitos y conocimientos para el puesto asignado.
Ella primero es una mujer profesional, con más de 15 años de experiencia en proyectos tanto de vivienda como de infraestructura, cumple con todos los requisitos y fue nombrada de acuerdo a lo que el servicio civil establece para las plazas de confianza y creo que hay un sesgo de género importante en el morbo que se le ha querido dar al tema".
Por su parte la Ministra de la Condición de la Mujer, Cindy Quesada, señaló que con este tipo informaciones algunos medios de comunicación en el país ejercen violencia política.
Es el momento de que también los medios de comunicación entiendan que ellos ejercen violencia política a través de ese tipo de noticias porque precisamente son comentarios machistas misóginos que le quitan la posibilidad de que una mujer por competencias propias tenga la posibilidad de ejercer un cargo público y obviamente eso es lo que vemos, la cantidad de mujeres que no quieren participar en política, porque seguimos siendo asediadas por nuestra condición de mujer y nos ligan a otros criterios que no son precisamente nuestras competencias".
La lucha por una participación política igualitaria no solo es necesaria para las mujeres, sino para toda la sociedad. Un mundo donde las mujeres puedan liderar sin cargas psicológicas ni barreras impuestas por el machismo es un mundo donde la equidad y la justicia tienen una verdadera oportunidad de florecer.
Foto con fines ilustrativos
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