No se dejarían vencer contra un rival tan poderoso como Rusia, no lo iban a permitir tampoco en la Euro 2024.
Ucrania salió a una batalla en el grupo E y Eslovaquia, que no tenía mucho que ver, acabó pagando la factura de ese amor propio que motiva a cada ucraniano en cada rincón del mundo. Una remontada 2-1 pintó de felicidad, al menos por un ratito, la cara de un país.
El partido fue pasando de la bruma a los destellos de un amarillo reluciente con los minutos, pues en el primer tiempo fue confuso, impreciso, casi nervioso el equipo ucraniano.
Desde el arranque los eslovacos fueron más punzantes y pronto, a los Scharanz aprovechó una jugada desde un saque lateral, una asistencia fenomenal y un cabezazo que venció al portero Trubin (no tapó Lunin).
Y perdonó después Eslovaquia hasta el descanso, más porque no fue preciso que por algún tipo de resistencia de Ucrania, a la que le vinieron fenomenal el descanso y los cambios, pues fue otro en el complemento.
A los 54 minutos se inspiró Shaparenko y resolvió con un tremendo remate el empate parcial 1-1 que desató al euforia en las tribunas.
Y siguió al mismo director de orquesta hasta que se confirmó la remontada, a los 80 minutos, en otra gran definición de Yaremchuk, que aprovechó el agotamiento de una Eslovaquia ya sin respuesta.
Al final, un emotivo momento: lágrimas de los futbolistas aplaudiendo al cielo, fundidos con sus hinchas en la tribuna: solo ellos saben lo que vive su pueblo, lo que una victoria los anima.
Ucrania es el segundo del grupo E pero con los mismos puntos de Eslovaquia. Rumania también tiene 3 unidades pero un partido menos, justo contra Bélgica, que es sorpresivamente colero.