Ligia Madrigal es sinónimo de constancia, de que los sueños se hacen realidad cuando trabajas por ello y así la reconocen los costarricenses que comparten esa filosofía de vida.
Pero como nada es perfecto, mientras muchos aplaudían su gran hazaña y se mostraban orgullosos de ver la tricolor ondeando en el punto más alto del Everest de la mano de una mujer que jamás se rindió, otros pocos, quisieron empañar ese momento glorioso con comentarios, en su mayoría machistas, que en nada contribuyen y por el contrario busca desmoralizar y restar crédito a quien de forma extraordinaria lo ha adquirido.
Ante esos señalamientos, Ligia salió al paso para detallar que no se trata de ser hombre o mujer, que todos somos capaces de lograr nuestras metas, que sólo se necesita centrarse en el objetivo y trabajar por ello, agradeció a quienes le apoyaron en la distancia con palabras de aliento y oraciones, y a quienes quisieron bajarla de lo alto solo los invitó a dejar a un lado las malas energías y dedicarlas a ser cada día mejores, al final el sol sale para todos.
Al terminar esta travesía la mujer, madre, atleta y esposa logró algo que es razón de orgullo para todos los costarricenses, izar la bandera en una conquista épica y decir: ¡lo logramos!
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