En las últimas semanas, ha cobrado fuerza una narrativa sobre el "terrorismo islámico" proveniente de América Latina, particularmente relacionada con las autoridades venezolanas que, supuestamente, emiten pasaportes ilegítimos a individuos vinculados con grupos terroristas del Medio Oriente. Estas acusaciones fueron parte de una carta bipartidista enviada a la administración de Trump, solicitando mayores sanciones contra funcionarios venezolanos.
La carta, firmada por 34 legisladores, se centra en el exvicepresidente Tareck El Aissami, acusándolo de colaborar con Hezbollah y Hamas en la emisión de pasaportes. Sin embargo, las fuentes citadas carecen de evidencia sólida, siendo principalmente transcripciones y artículos de opinión sin respaldo verificado.
CNN también ha explorado este tema en un reciente informe, afirmando que un exempleado de la embajada venezolana en Irak ha proporcionado evidencia de la venta irregular de pasaportes a ciudadanos del Medio Oriente. A pesar de la gravedad de estas afirmaciones, la realidad del fraude de pasaportes es un fenómeno global que no se limita a Venezuela.
El análisis sugiere que, aunque las conexiones entre El Aissami y el narcotráfico son preocupantes, la idea de que los pasaportes venezolanos representen una amenaza inminente para la seguridad de EE. UU. carece de fundamento sólido.
Foto con fines ilustrativos